Cuadros y paseos por el museo

¿Qué es lo que hace que alguien se detenga a mirar un cuadro? ¿Los colores? ¿El nombre? ¿El autor?

Hace muchos años me dieron un consejo. "Si vas al museo por gusto, no te detengas a analizar cada uno de los cuadros. Sólo detente si el cuadro te gusta."

Hace (también) muchos años, era de las que miraba los cuadros uno por uno, como si se tratara de una tarea escolar. Quería saber lo que ocurría con ellos, me preguntaba si podía encontrar el significado del universo ahí. No lo hacía, pero las visitas al museo eran eternas, al final terminaba cansada, con información que recordaría como dato curioso y listo. 

Aquel consejo, aunque a algunas personas les parezca absurdo, es una de las mejores maneras de disfrutar de la pintura. Así, acercarse a ella sin pretensión alguna.

En los paseos por el museo, los descubrimientos son interesantes.

Hay cuadros que entran en la categoría de "bonito", "instagrameable", "aesthetic". Un cuadro con el que te tomarás una foto porque seguramente es super famoso o el pintor lo fue. Un cuadro que se guardará en una foto que mostrarás a tus conocidos para que sepan que sabes de arte. Del que después comprarás alguna réplica para tu sala, porque es bonito y es un ______(inserte nombre de pintor famoso).

Hay cuadros que tienen una explicación en cada una de sus partes, cada trazo es un símbolo. Un acto de rebeldía frente al gobierno, el canon de la época, la búsqueda de la  libertad y grandeza de un pueblo. Cuadros que se acaban con la explicación histórica, que quedan como una narración de la época, no por eso menos valiosa.

También están los cuadros que por sí no son especiales, pero que el mito a su alrededor los hace increíbles. Por su puesto, son el testigo de la tragedia que los ronda. Después de todo, nos gustan las historias, más si son terribles y mejor si queda constancia de ellas.

Es válido. Todos tenemos experiencias estéticas diferentes.

Ir a un museo... No. Ver un cuadro en persona, es entrar en otro mundo. Puede gustarte lo que ves o puede no hacerlo. 

Porque una pintura que creías amar, no es tan mágica cuando la tienes enfrente de ti. Entonces te sientes triste, algo desilusionada porque creíste que encontrarías algo.  En cambio, hay otras que tal vez creías que no te gustaban, hasta que la viste y tal vez le tome un tiempo salir de tu mente, quizá nunca lo haga.

Entonces están los cuadros, que no entran en la categoría de lo bonito, ni de lo demasiado histórico. Son cuadros que parecen haberte dado un tirón y obligado a detenerte enfrente de ellos. Sabes que hay algo, los miras, lo miras por un  largo tiempo, hasta que sientes que ya deberías moverte de ahí, porque seguramente más personas querrán mirarlo. En algún momento, algo hace click que  la mente que en realidad no  entiende, pero que el alma sí.  Ella lo sabe. Esos cuadros infinitos que parecen nunca terminar. No porque su tamaño sea uno más grande, sino porque hay un mundo en cada línea, en cada pétalo, en la sombra, en el cielo que esconde los tonos más amables y las nubes más despiadadas, en un niño jugando con lo que puede ser un ave…

Son cuadros que se vuelven eternos en nosotros porque han tocado nuestra alma.

Con esto les deseo que tengan paseos divertidos, en los que puedan encontrar un cuadro así. No tiene que ser el más famoso, ni el más histórico. Sólo tiene que tocarles algo, si lo logra, está hecho.

Vayan al museo, miren los cuadros de cerca o mejor... vean el arte de cerca. Estoy segura de que encontrarán algo, porque al final, hay arte para todos los gustos. Incluidos los que no lo tienen (Broma).

¿Y ustedes, ya han encontrado ese cuadro especial? ¿Cuál es?

Postal en acrílico y tinta china. Una silueta mirando cuadros, buscando.

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